Un niño-yogur llora porque tiene fecha de caducidad, mientras un joven-nevera trata de consolarlo, sabiendo que no puede hacer nada por él. Un enterrador malhablado, con cabeza de váter, viaja a una ciudad de hierro, iluminada por árboles, en busca de cerveza. Allí viven ocho sabios que regalan respuestas obvias a preguntas cotidianas. ¿Cómo saber si me quiere? Deshojando margaritas. Y mientras tanto, en la Luna, un astronauta que estuvo enamorado trata de escapar.
Estos son algunos de los personajes que habitan el mundo maravilloso creado por Jali (José Ángel Labari) en Plexiglas, un cómic con 160 páginas de fantasía, donde lo más grotesco también es lo más tierno.
-¡Niño! ¿Qué te ocurre? ¿Te has perdido?
-¡Snif! ¡No, no, señor! Es que los niños de mi clase no quieren jugar conmigo porque dicen que me voy a morir pronto. Dicen que tengo la fecha de caducidad escrita en la cabeza…
-Seguro que solo querían gastarte una broma… Te han dicho eso porque saben que nadie puede mirarse su propia cabeza si no es con espejos…
-¿Qué es eso?
-¿No sabes qué es un espejo?
Plexiglas es un universo mágico, con una montaña que se acerca a otra por las noches y vuelve a su posición original durante el día (¿o quizá es al revés?); pero las preocupaciones y los miedos de quienes viven allí son los mismos que existen aquí, en el auténtico universo (¿o es al revés?). La inexperiencia, los amores no correspondidos, los celos, el paso del tiempo, la desidia, la incertidumbre…
El blanco y el negro son suficientes para contar los pequeños grandes dramas de unos seres que evolucionan, que revelan las mismas luces y sombras que la atmósfera que los envuelve.
“Enamorado… Casi había olvidado esa palabra… Desde el choque apenas tengo recuerdos… Ni siquiera sé cuánto tiempo llevo aquí. ¿Días? ¿Meses? ¿Años? Vine buscando algo. Tenía miles de preguntas… ¡y deseaba encontrar una única respuesta! Pero… ¿por dónde empezar?”
Este cómic narra el viaje de un joven-nevera hacia su madurez, un viaje salpicado de filosofía y lleno de símbolos y metáforas. Algunas son evidentes, como la del compañero de piso, un hombre con cabeza de televisor que se ha vuelto antisocial y apático, a fuerza de pasar horas y horas sentado en un sillón desde el que se mira en un espejo. Otras ideas se quedan en el aire, para que el lector elija o no pensar sobre ellas, mientras los personajes, que hablan poco pero dicen mucho, se toman su propio tiempo para moverse por este espacio extraño y avanzar en una historia con final agridulce.
*Plexiglas recibió el Premio Junceda de la Asociación Profesional de Ilustradores de Cataluña y estuvo nominada a la Mejor Obra Española en el Salón Internacional del Cómic de Barcelona en 2005.